24 enero, 2012

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Dicen que del amor al odio hay un paso y viceversa, eso fue lo nuestro, una viceversa. La excepción que confirmaba la regla. El punto final de una historia que parecía no tener fin. Algo tan difícil como bello. Es como que te empuja hacia atrás cuando, a su misma vez, te anima a seguir luchando por lo mismo. Diferente, raro, especial, distinto, extraño, incomprensible mejor dicho. Fue efímero, rápido, fugaz y pasajero pero hay que tener en cuenta que nunca llegaste a ser algo demasiado extraordinario, sino algo así como uno más porque, al fin y al cabo, eso fui yo para ti, una más pero fuiste uno más a tu manera, no pienses que eras del montón porque fuiste especial. Especial porque me rallé, conseguiste hacerme llorar y que me tragase el orgullo y eso no lo consigue cualquiera y, sin embargo, lo conseguiste tú. Debe ser que me importabas más de lo que pensé que ibas a llegar a hacerlo y de que significaste para mí mucho más de lo que marcaban mis expectativas. Ríete, yo me reíre de tí, es mejor que llorar por algo que no tiene sentido, que no tiene futuro, es mejor que pasarlo mal por un "nosotros" que nunca debería haber existido.

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